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jueves, 24 de diciembre de 2015

La Relación del Hombre con su Primer(a) Hijo(a) Durante los Primeros Seis Meses de Vida: Experiencia Vincular del Padre: Importancia del Apego Entre el Padre y sus Hijos:

Se presentan los principales resultados de una investigación acerca de la experiencia de hombres en relación al vínculo con su primer(a) hijo(a) durante sus primeros 6 meses de vida. Se utilizó un diseño descriptivo-analítico relacional con metodología cualitativa, recolectando los datos mediante entrevistas individuales semiestructuradas a 14 padres, las que se analizaron a través de la grounded theory. Los resultados se agruparon en torno al fenómeno Experiencia de Conocerse Mutuamente, que implica el cuidado del padre al hijo(a), la confianza del hijo(a) hacia el padre y el afecto mutuo. Se discute la importancia de los factores que surgieron como intervinientes en la experiencia vincular gratificante: (a) cambios en la identidad, (b) relación con la madre y (c) tiempopresencia disponible.

Palabras clave: hombres, padres, experiencia, vínculo

La mayor demanda social para la incorporación del hombre en tareas de crianza tradicionalmente femeninas ha motivado el interés emergente de diversos actores sociales, instituciones e investigadores sobre el fenómeno de la paternidad, incluyendo Latinoamérica y Chile (por ejemplo, en el Banco Mundial: Barker, 2003; en el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia: Aguayo, 2003; en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales: Olavarría, 2000).
Este nuevo interés representa un cambio a nivel paradigmático, ya que anteriormente la preocupación se centraba primordialmente en el vínculo madre-hijo(a) y la figura del padre quedaba invisibilizada de los escenarios académicos y políticos.
Desde la psicología evolutiva es posible constatar el mismo fenómeno: distintas corrientes psicológicas, partiendo por el psi- coanálisis, han dado énfasis a las relaciones tempranas que tiene el bebé y su entorno familiar más cercano para el desarrollo adecuado en su vida adulta (Bowlby, 1998).
Aunque Bowlby (1998) plantea la idea de que el cuidador primario no necesariamente es la madre, esta ha sido tradicionalmente la figura de apego central en la cultura occidental.
La mayoría de las investigaciones se centra en cómo se da esta relación y qué tipo de vínculo se construye entre la madre y su hijo(a), quedando el padre muchas veces excluido de las teorías e investigaciones respecto del vínculo (Maldonado-Durán, 2005; Pruett, 1998).
Desde hace algún tiempo en países como Francia, Reino Unido, Estados Unidos y Canadá se ha abordado la relación del padre con el bebé, habiendo, sin embargo, escasas investigaciones tanto recientes como pasadas que profundicen en esta relación (Maldonado-Durán, 2005; Pruett, 1998).
Pruett (1998) plantea en sus recomendaciones para la investigación y la práctica la necesidad crítica de profundizar en el desarrollo de un paradigma comprensivo sobre la paternidad. Dentro de este contexto, la investigación que se presenta busca aportar al desarrollo de dicho paradigma, enfocándose en la manera en que los hombres significan la experiencia vincular con su primer hijo durante sus primeros seis meses de vida. Para ello se utiliza metodología cualitativa, con entrevistas semiestructuradas a 14 padres primerizos, analizadas según los principios de la grounded theory (Strauss & Corbin, 2002).

Antecedentes Teóricos y Empíricos

A continuación se presentan tres corrientes de investigación acerca de la paternidad desde las cuales se construyeron los marcadores teóricos y empíricos que guiaron el presente estudio. En primer lugar, se fundamenta desde la teoría del apego la importancia del vínculo temprano entre el padre y sus hijos(as)1, presentando las diferencias observadas entre el padre y la madre. Posteriormente, se consideran los aportes latinoamericanos que derivan de los estudios de significados y representaciones sociales asociados al concepto de paternidad y cómo estos influyen en la identidad masculina. Luego, se ahonda en los conceptos teóricos e investigaciones sobre la experiencia de los hombres en el período de transición a la paternidad, realizadas principalmente durante el período del embarazo, que se relacionan de manera directa con esta investigación.


Importancia del Apego Entre el Padre y sus Hijos: Diferencias con la Madre al Observar Interacciones Tempranas

Dentro de los ejes teóricos que exploran el vínculo paterno-filial, la teoría del apego cobra relevancia, ya que en esta se destaca la importancia de los vínculos afectivos en el desarrollo de nuestra especie (Bowlby, 1998); de esta forma, plantea que existe en el hombre una necesidad constitucional de tocar y aferrarse a otro ser humano de manera de sentirse protegido y cuidado. Así, el apego es considerado como una pulsión muto propio, no subordinada a las gratificaciones libidinales de tipo oral, como se propone en la teoría freudiana (Marrone, 2001). Según Stern (1978), los niños cuentan con un repertorio de conductas innatas que promueven acciones coordinadas, tales como la mirada, los movimientos de cabeza y las expresiones faciales. Federico (2003) destaca la importancia de la audición, como primer sentido que permite, desde el embarazo, el contacto del bebé con el mundo que lo rodea y con las figuras de apego. Para poder gratificar la necesidad de apego es importante que los cuidadores puedan dar respuestas sensibles, que consisten en notar las señales del bebé y dar una adecuada interpretación y respuesta a ellas. Otra función importante consistiría en ofrecerse como una base segura en la que el niño puede recurrir para satisfacer sus necesidades de apego y, al mismo tiempo, permitir el desarrollo de conductas exploratorias (Marrone, 2001). Uno de los primeros autores en estudiar a los padres como figuras de apego fue Michael Lamb (1997). Además de concluir que ellos también podían ser figuras adecuadas de apego, observó que las interacciones con sus hijos presentaban cierta especificidad, siendo estas más estimulantes físicamente e impredecibles, en comparación con las de las madres (Clarke-Stewart, 1978; Lamb, 1997). Estos hallazgos se han encontrado consistentemente en la cultura occidental, no siendo necesariamente así en otras culturas (Lamb, 1997).
En esta misma línea, Gibbons et al. (2001) encontraron que los niños eran más claros en sus señales y respondían más a los acercamientos de los padres que a los de sus madres, aunque las madres eran más sensibles a las señales de sus hijos. Kazura (2000) reporta que, aunque los padres no estaban tan involucrados como las madres en el cuidado de los niños, estos desarrollaban mejores interacciones lúdicas con sus hijos. Respecto de los determinantes en el involucramiento responsable del padre con
su bebé, Volling y Belsky (1991) señalan que hay múltiples factores determinantes, entre los que están la autoestima y empatía paterna, el temperamento del hijo, la posibilidad de complementar trabajo y familia, junto con la relación marital. Este último factor influye en mayor medida en el involucramiento de los padres que de las madres con sus bebés (Belsky, Yungblade, Robin & Volling, 1991).
Las diferencias encontradas entre el padre y la madre a partir de los estudios de observación de interacciones plantean la interrogante sobre la experiencia subjetiva de los padres derivada de la construcción de significados en torno al vínculo, que es lo que se aborda en este artículo.

Significados y Representaciones Sociales Asociados a la Paternidad
Investigaciones sobre la masculinidad y la paternidad realizadas en diversos países de Latinoamérica, utilizando metodología cualitativa, estudian la paternidad en términos psicosociales, centradas en sus
significados y relación con el sistema social sexo-género (Alatorre & Luna, 2000; Cruzat, 2003; Escobar & Muñoz, 1995; Fachel, 2000; Fuller, 2000a; Gallardo, Gómez, Muñoz & Suárez, 2006; Mora, Otárola & Recagno-Puente, 2005; Olavarría, 2000; Viveros, 2000). Estas investigaciones integran la diversidad de las experiencias de los padres, mostrando que en la construcción de la identidad masculina la paternidad emerge como un eje central (Fuller, 2000b).
Más allá de las diferencias en las prácticas concretas, el padre se concibe como: … aquel que protege, provee, forma y educa (...) [Asimismo, la paternidad] se vive como el momento en que se cierra la etapa juvenil, significa un reordenamiento de la vida del varón y su inserción a un nuevo período en el que obtiene pleno reconocimiento social, es el punto en el que un varón se convierte en un adulto. (Fuller, 2000b, p. 28) En la misma línea “aparece un nuevo mandato moral que se resume en dos grandes demandas: diálogo horizontal entre padres e hijos/hijas y mayor participación del padre en la crianza de los hijos” (Fuller, 2000b, p. 28). En relación a este nuevo modelo ideal de paternidad, un número creciente de hombres expresa su incompetencia para desempeñarse de acuerdo a las exigencias y expectativas actuales sobre su rol como padre, atribuyéndolo a las largas jornadas laborales (Olavarría, 2001).
Entre los hallazgos realizados en investigaciones con poblaciones chilenas y latinoamericanas que han explorado específicamente la relación padre-hijo y a las personas que podrían influir en este vínculo, es posible destacar las siguientes conclusiones:
(a) la paternidad se consagra al tener un hijo varón, ya que permite que el apellido de la familia se trasmita y sobreviva en el tiempo, aunque el vínculo amoroso sea con la madre (Fuller 2000a; Olavarría, 2000);
(b) la hija mujer representa el vínculo familiar, la solidaridad y estaría más ligada a la madre y (c) la relación con las hijas se percibe con mayor profundidad emocional que la con los varones (Fuller, 2000a).

Respecto del impacto sobre la madre del hijo, las investigaciones señalan que el hecho de convertirse en padre rearticula la relación de pareja, convirtiéndola en una relación de familia, señalando, además, que el vínculo con la pareja condicionaría la forma como se vivencia la paternidad (Alatorre & Luna, 2000; Escobar & Muñoz, 1995; Fuller, 2000a; Gallardo et al., 2006; Mora et al., 2005).
En relación a las experiencias pasadas, tanto el padre como la madre son referentes para los hombres en su relación con sus hijos, a partir de las propias vivencias y enseñanzas (Cruzat & Aracena, 2006; Fuller, 2000a; Gallardo et al., 2006; Olavarría, 2000).
[...]


Resultados

A continuación se presentan los resultados obtenidos, diferenciándolos según nivel de análisis y dando prioridad a los resultados finales del estudio. 

Un primer nivel de análisis (codificación abierta) permitió describir cuatro categorías relevantes: 
(a) caracterización del vínculo con el hijo; 
(b) influencia del vínculo en la identidad de padre; 
(c) influencia de personas significativas actuales y 
(d) influencia de experiencias significativas pasadas, tanto con otros como consigo mismo. 

Para dar lugar a resultados relacionales, estos resultados descriptivos se analizaron por medio del proceso de codificación axial, generando dos modelos comprensivos emergentes del discurso de los padres asociados al objetivo del estudio: el primero, referido a la identidad paterna, es el sentimiento de “padre” como responsable del bienestar total del hijo; el segundo, referido a las personas influyentes en el vínculo, se denomina madre del hijo como influencia fundamental en la experiencia vincular con este. Estos primeros resultados relacionales se sintetizaron mediante el procedimiento de codificación selectiva en torno al fenómeno central del estudio: la experiencia de conocerse padre e hijo mutuamente (ver la Figura 1). 

El modelo central ilustra que los padres significan su vínculo con su primogénito como una experiencia de conocerse mutuamente e incluye la descripción de cómo se da este proceso (contacto sensorial directo), las condiciones que permiten este conocimiento mutuo (capacidad/incapacidad paterna), los principales factores intervinientes (presencia disponible, cambios en la identidad y relación con la madre) y las consecuencias, tanto si se desarrolla de manera gratificante como no gratificante.

La experiencia de conocerse padre e hijo mutuamente incluye tres procesos: el cuidado del padre al hijo, la confianza del hijo hacia el padre y el afecto mutuo. Este conocimiento mutuo se da a través del contacto sensorial directo con el hijo. Dentro de las principales formas de contacto sensorial que sostienen el conocimiento mutuo están percibir / ser percibido por el hijo, las manifestaciones físicas mutuas de cariño y la comunicación auditiva. 
La participación del hijo en este proceso va aumentando desde el embarazo (mínima) hasta que el hijo nace y luego a medida que va creciendo (mayor).
Si este contacto sensorial directo ocurre en base a un conocimiento mutuo, surgen sensaciones gratificantes para el padre que permiten el desarrollo del afecto mutuo.
…yo lo cambié, y mientras lo estoy cambiando, él empieza como a balbucear: “aguag”, entonces, mientras yo le hablo, yo le digo: “hijo, yo te quiero mucho, estoy feliz de que estés aquí, soy feliz cuando llego a la casa y cuando en los controles me dicen que eres inteligente”, entonces, yo le converso, le converso, le digo que lo queremos mucho que “tu mamá te quiere mucho, yo te quiero mucho” y él me mira, chupa su mano, se chupa un dedo, me mira y empieza: “uaua”; entonces me da la sensación de que yo estoy conversando con un amigo, y eso me, en el momento, claro, en el momento me dan ganas de llorar de alegría y de felicidad, y en ese momento, específicamente sería, porque como hablaba, con la detención que me mira, la atención que me presta… (II, 32)2 

La experiencia de conocerse mutuamente puede darse de manera positiva, dando lugar a una experiencia gratificante, o de manera negativa, lo que se traduce en una experiencia no gratificante. 

¿Qué es lo que determina que la experiencia sea gratificante o no gratificante? 

Se pueden distinguir ciertas condiciones y algunos factores que intervienen. Dentro de las condiciones….
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2 Se indica en número romano al padre entrevistado (desde I a XIV) y en número arábico el párrafo de la entrevista en el que aparece la cita.


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