
Aun recordamos que Don Quimecito, no estaba muy de acuerdo; pero, como le gustaban mucho las matemáticas y, fue suficiente la aprobación de nuestro tío Marcial (que era Ingeniero de la UNMSM) quien después de someterlo a un examen riguroso -porque la UNI era todo un reto-, que su Quimecito no le quedó otra cosa que sacrificarse para que nuestro hermano mayor venga a Lima a demostrar si realmente era capaz sabiendo que solo el esfuerzo nos hace grandes. Al parecer, esta ejemplar decisión y acción, impulsó a los demás de la familia para que existan muchos seguidores que quieran demostrar que ellos también pueden: hermanos, hijos, sobrinos y sobrinas, nietos y biznietos de Don Celso y de Doña Mricuchita, y, como si esto fuera poco, hasta cuñados ingenieros -esposos de las hermanas-. Pero, ¡Que bruto!, o ¡Que padrísimo!, como dirían los mexicanos, y,.... ¿para qué tantos ingenieros, ah?; más de una docena... ¿no les parece que ya se pasaron? Felizmente, tenemos tres médicos, para compensar la racha.
Sin embargo, cuenta la historia que a los primeros hijos, Don Quimecito - que así lo llamábamos cariñosamente- les proponía seguir la carrera de abogados, al menos eso fue lo que le inculcaba al primero y al tercero de ellos; ¡pero nada!, tercos como unas mulas, mejor dicho, como buenos norteños, seguían estudiando para ingenieros y seguirá la mala racha, contagiados por ese virus de la ingeniería, que se ha metido en la familia, a pesar de que hay otra gran vocación en los genes de la familia, el arte, que para decir verdad, sí realmente le pisa los talones a los ingenieritos. Tenemos, muchos artistas en la familia profesionales y aficionados, siendo el primer artista plástico, el último hermano (Carlos Hernán) y luego por lo menos un descendiente en cada hijo o hija, nieto o nieta de Doña Marujita y de Don Celso. Los padres -troncos de esta familia- eran un ejemplo de esposos: Doña Maricuchita, contribuía en gran forma a la formación de todos los miembros familiares, inculcando las buenas costumbres, era su compañerita de Don Quime -por chiquita- (que cuando caminaban junto con su flaco, tenía esta que dar dos pasos adelante y uno atrás –como decía Olgui, la segunda-, para no dejarla sola y llevar el ritmo. ¡Ja!, ¡Ja!, ¡Ja!, ¡Ja!, ¡Ja!, ¡Ja!)
"Paso a paso, se llega lejos", es la frace favorita de nuestra Maruy que ella siempre repetía y es lo que precisamente en ella se viene cumpliendo; no olvidemos que ya va por los 97 años, que los cumplirá este 4 de octubre, y siguirá acompañándonos en este mar de lágrimas, que como buenos cajamarquinos será motivo para degustar los cuyes y vino que tanto le gusta. Estamos seguros que ella hará un brindis, jhoy, allá en Trujillo, con algún vino tinto o blanco, pero vino, que tanto le agrada y desde allá le dirá -¡¡¡¡¡salud hijito Alejo!!!!!, que Dios te de salud y muchos años como a mí!!!!!!!-
Nosotros, los demás familiares, también desde donde estemos, bridaremos igualmente porque nuestro Jando, en su día, disfrute con los suyos ahora que los tiene cerca y que brinden porque siga siendo el ejemplo, como lo fue nuestro Quimecito, que Dios lo tenga en su santaa gloria (un verdadero padre ejemplar), que supo hacer feliz a su Marujita tan ¡chiquitita, pero picosa!